Contra el sedentarismo, innovación.

La decisión de empezar a innovar en una empresa tiene paralelismos con la de una persona que se da cuenta de que tiene que hacer deporte para bajar de peso o estar más sano. En primer lugar, ponerse en forma tiene un significado distinto para cada persona. Una chica de 30 años que ha practicado actividad física regularmente tendrá un punto de partida y una meta diferentes a los de una mujer de 60 con problemas en la rodilla. Lo mismo pasa en una empresa: el plan de innovación de una startup que vende software será diferente al de una compañía dedicada desde hace más de 70 años a la explotación ganadera. La lectura positiva es que no hay barreras para arrancar, simplemente debes de tener en cuenta tus circunstancias, el nivel del que partes y fijar un objetivo acorde con esa realidad.

Comprarse las zapatillas de deporte y planear salir a correr tres veces por semana es fácil. Madrugar y salir cuando está lloviendo y hace frio en la calle es mucho más complicado. De la misma forma, generar ideas es relativamente sencillo. Seleccionar las mejores y ponerlas en práctica de una manera coherente y continuada es harina de otro costal. Me recuerda a la imagen de un orador que se dirige a la multitud desde una tribuna y pregunta quién quiere que las cosas cambien. Se ve un aluvión de manos levantadas. A continuación, la misma persona pregunta quién quiere liderar y ser parte de ese cambio y nadie acepta el reto. La idea y el propósito es el 10%, la ejecución el 90% restante.

Existen muchas formas de actividad deportiva. No produce el mismo efecto en el cuerpo, ni quema las mismas calorías, practicar golf o boxeo. De la misma forma, hay múltiples herramientas, metodologías y ámbitos en los que innovar. Lo ideal es no centrarse en uno sino combinarlos, igual que con el deporte.

Por otro lado, es importante tener en cuenta que el objetivo debe de ser de medio-largo plazo. Nos pasa muchas veces: arrancamos con mucho ímpetu y a los dos meses estamos desfondados y abandonamos desilusionados porque los resultados no son los esperados. Podemos obtener resultados rápidos (quick-wins) pero para que el cuerpo note los efectos positivos de la práctica deportiva y para que la cultura de innovación empiece a arraigar en la organización y se vean resultados reales, necesitaremos -como mínimo- seis y doce meses respectivamente.

La Organización Mundial de la Salud define como sedentaria a aquella persona que realiza menos de noventa minutos de actividad física semanal y alerta de que más de un 60% de la población mundial no realiza la actividad necesaria para obtener beneficios para la salud. Los riesgos del sedentarismo están muy estudiados: obesidad, presión arterial y colesterol altos y mayor propensión a enfermedades del corazón, incluyendo infartos, accidentes cerebrovasculares y ciertos tipos de cáncer, como los de colon o útero. En el caso de las empresas que no innovan, tienen muchas más posibilidades de quedarse atrás, perder competitividad, reducir su tamaño o incluso quebrar. Una compañía innovadora, al igual que una persona que hacer deporte regularmente, reduce esos riesgos y obtiene multitud de beneficios: personal más motivado, mayor posibilidad de atraer talento, mejor imagen y valoración de sus clientes, aumento de ingresos, etc.

No vamos a negar que también se puede sufrir haciendo deporte. Salvo que tengas mucha práctica, cuando llevas 90 minutos corriendo sin parar, el cuerpo manda toda clase de señales al cerebro para poner fin al tormento e ir a por una cerveza. También es posible que te lesiones. En la innovación corporativa pasa igual: tienes momentos de duda o en los que lo ves todo negro. Puede incluso que te toque aceptar el fracaso porque el proyecto estrella que has lanzado está muy por debajo de las expectativas y te obligan a “matarlo rápido”. Los mejores deportistas asumen que no pueden ganar siempre y cuando sufren una derrota, aprietan los dientes y vuelven con más fuerza en el siguiente intento. Esa es la actitud. Asumir que todos los proyectos de innovación van a salir bien es simplemente irreal.

Por último, se puede practicar actividad física sin conocimiento ni experiencia previos pero suele ser mejor si un experto nos enseña la técnica y nos acompaña en el proceso de aprendizaje. Pasa lo mismo con la innovación. Si te apoyas en alguien que ya haya recorrido ese camino ahorrarás muchos disgustos y llegarás más lejos, más rápido.

No hay recetas mágicas ni atajos. Solo práctica y esfuerzo. Si quieres mejorar tu salud personal o la de tu empresa, dedica tiempo al deporte y a la innovación.