Abogados en las nubes.

“El trabajo no es algo para lo que vienes a la oficina, es algo que haces”. “La eficacia no se puede medir por la cantidad de horas que las personas pasan en un sitio”. “Operar como una organización distribuida generará formas más eficientes de trabajar mediante un mejor uso de prácticas, procesos y herramientas de comunicación y colaboración”. Son frases extraídas de un artículo reciente del blog de recursos humanos de Spotify, en el que anuncian que, a partir de este verano, sus empleados podrán trabajar a tiempo completo desde casa, desde la oficina o una combinación de ambos, según pacte cada persona con su jefe.

Lo relevante es que no es una decisión que toman forzados por las limitaciones de movilidad impuestas por la pandemia sino precisamente como consecuencia de las lecciones aprendidas durante la misma. Han constatado que la productividad no ha disminuido por no acudir diariamente a la oficina y por eso van a ofrecer la opción de trabajar desde cualquier lugar no de forma temporal sino permanente, indefinida. No es un caso aislado. Los grandes gigantes digitales están yendo por ese mismo camino.

El cambio es muy profundo y afecta directamente a la cultura de las organizaciones. Los grandes despachos han sido tradicionalmente reacios al trabajo fuera de la oficina. El presencialismo era la tendencia dominante, hasta que llegó la pandemia… Ahora muchas firmas están reevaluando ese planteamiento y, las más avanzadas, empiezan a anunciar políticas de trabajo flexibles que permitirán a los abogados tener mayor libertad para elegir la opción de prestar sus servicios de forma remota hasta el 50% de su tiempo.

Sin embargo, el despacho americano Husch Blackwell ha ido más lejos y ha abierto una nueva oficina enteramente virtual, a la que denominan “The Link” (el enlace), que permite a quienes voluntariamente manifiesten su interés por esta propuesta, que trabajen desde la ubicación que tenga más sentido para ellos, ya sea desde su casa, en las dependencias de un cliente, en un hotel o en una de las oficinas tradicionales de la firma. Meses después del lanzamiento, el despacho considera que su nueva «oficina» (la número veintiuno) es un éxito.

El mensaje que están mandando a sus clientes corporativos actuales y potenciales es muy potente: en un mundo cada vez más digital y líquido, soy capaz de trascender las barreras geográficas y prestar un servicio jurídico de alta calidad 100% virtual, de forma permanente. Para los abogados con más talento puede ser muy atractivo: tengo el respaldo de una gran firma y la flexibilidad de trabajar desde donde quiera.

Evidentemente el planteamiento no está exento de dificultades. Las más obvias serían las deontológicas, principalmente si el abogado puede prestar servicios legales desde un lugar en el que no está habilitado o autorizado para ejercer. Por otro lado, el reto desde el punto de vista de la ciberseguridad es mayúsculo, sobre todo si los empleados se van a conectar desde sitios públicos y con múltiples dispositivos.

Sin embargo creo que el mayor desafío es la gestión de las personas: es mucho más difícil involucrar al equipo, motivar, trasladar situaciones delicadas o celebrar los éxitos cuando cada miembro del departamento está en una punta del país. No se comunica igual en una videollamada de Zoom que en una reunión presencial. Los cafés, cervezas o comidas con los compañeros no son fáciles de sustituir por interacciones virtuales. Mucha parte del aprendizaje de los más jóvenes ocurre por imitación y es difícil de trasladar si todo el trabajo se realiza online.

En cualquier caso, el movimiento es muy interesante y no me cabe duda de que habrá otros despachos que lo imitarán no solo en Estados Unidos sino en otras jurisdicciones. ¿Lo veremos en España? A corto plazo lo dudo pero me parece que la tendencia hacia la virtualización es imparable. Es una de las ventajas que ya ofrecen los proveedores de servicios legales alternativos y estoy convencido que las grandes firmas tendrán que seguir ese camino si no quieren quedarse atrás.

Este post es un extracto del artículo que se publicó en El Confidencial el 24 de mayo de 2021 y que puedes encontrar en el siguiente enlace.