¿Deben los abogados aprender a programar?
Todo el mundo debería aprender a programar porque te enseña a pensar, recomienda Steve Jobs al principio de este video, en el que Bill Gates, Mark Zuckerberg u otros gurús tecnológicos animan a desarrollar esta habilidad y desmitifican su supuesta complejidad. El video aporta también un dato interesante: en los próximos 10 años se necesitarán en EEUU 1.4 millones de puestos de trabajo relacionados con ingeniería informática. Sin embargo las estimaciones prevén que sólo habrá 400.000 graduados cualificados para dichas ocupaciones.
El profesor Enrique Dans tiene un punto de vista parecido al de Jobs, Gates, Zuckerberg y compañía. Sostiene que vivimos tiempos de intenso cambio y que, en menos de una década, es muy posible que haya cambiado drásticamente el concepto de trabajo, que muchas personas se dediquen a profesiones que hoy ni siquiera existen y que estemos en todo momento completamente rodeados de objetos programables. En ese contexto, saber programar va a ser una auténtica lingua franca, prácticamente una necesidad, una forma de relacionarnos con el medio en que vivimos, una forma de intercambiar información de manera permanente entre nosotros y con las máquinas.
Preparar a nuestros hijos para esos cambios es, seguramente, la mayor preocupación que deberíamos tener como padres y como sociedad, concluye el profesor del IE Business School. Dans cita en su artículo a Tim Cook, el CEO de Apple quien sostiene que la programación debería ser una “segunda lengua” que se enseñe obligatoriamente en todos los colegios. En España se está empezando a implantar esta asignatura.
Marc Goodman, asesor del FBI e Interpol en materias de ciberseguridad, lo expresa de una forma más contundente en una entrevista para El País tecnología: “el poder está en el código. Si no lo entiendes, se aprovecharán de ti”. Es el «gobierno de los algoritmos» que hemos analizado en otra ocasión.
¿Y cómo afecta esto al sector legal? Nosotros “somos de letras”. ¡No será verdad que tenemos que aprender a programar! Lo cierto es que hace años terminabas la carrera y podías ejercer. Ahora, las nuevas generaciones de abogados tienen que hacer un máster de acceso, aprobar el examen, hablar inglés como si fueran nativos, presentar escritos a los juzgados utilizando Lexnet, tener presencia activa en varias redes sociales, saber de marketing digital y ¿también programar?
Hace unas semanas leí un artículo con el mismo título que el presente, en el que los autores argumentaban que no se trata de convertirse en un experto en C, Ruby, Python, o Javascript, pero sí de entender su lógica y de ser capaz de conocer unos conceptos básicos que nos permitan adentrarnos en el complejo mundo de los ordenadores y lenguajes de programación, sin necesidad de tener que recurrir al amigo friki o “al informático” de la oficina o despacho.
Aprender a programar puede hacerte un mejor abogado, argumentan en este otro artículo de diciembre de 2013, puesto que las habilidades en esta disciplina te ayudan a identificar un problema y resolverlo de forma más eficiente posible. Además, programar es una tarea creativa que estimula el cerebro y nos da una mejor apreciación y comprensión del mundo que nos rodea.
Algunos ya se han puesto manos a la obra. El despacho australiano Gilbert and Tobin (G+T) ofrece cursos de coding para sus abogados y clientes. La formación se focaliza en “contratos inteligentes” (smart contracts) basados en blockchain, la tecnología sobre la que se sustenta la criptomoneda bitcoin y, de acuerdo con la opinión de muchos expertos, uno de los desarrollos tecnológicos que mayor impacto puede provocar en la banca y otros muchos sectores económicos. Según reporta el despacho G+T, los cursos están teniendo una muy buena acogida y, de hecho, la firma cada vez recluta más a “tecnoabogados” con conocimientos informáticos, técnicos o científicos.
Por otro lado, cada vez más leemos en los medios noticias de que tal o cual ciudad acogerá un hackathon. Hackathon (contracción de las palabras inglesas hack y marathon) o hackatón (término españolizado, no reconocido por la RAE) es un concepto usado en las comunidades hacker para referirse a un encuentro de programadores cuyo objetivo es el desarrollo colaborativo de software, aunque en ocasiones puede haber también un componente de hardware (Wikipedia).
Se trata de actividades todavía minoritarias en nuestro país pero que se están extendiendo con rapidez. En mayo del 2015, la Universidad de Deusto organizó el primer hackatón dirigido al mundo legal. En octubre se celebró un encuentro similar en Barcelona. Según sus organizadores se trataba de un “concurso pionero en el sector legal y tecnológico, en el que varios equipos compuestos por abogados, programadores, marketeros y diseñadores, competirán con una finalidad; aportar soluciones al problema que se les ha planteado, y que tendrá que resolver en menos de 24 horas, si quieren llevarse el premio a la mejor aplicación web o móvil.” El evento ponía mucho foco en el networking y se completaba con talleres y conferencias. Es probable que se organicen más “maratones de programación” dirigidos al mundo legal en los próximos meses.
Repito la pregunta que da título a este artículo: ¿deben los abogados aprender a programar? Si Enrique Dans está en lo cierto y vamos a estar rodeados de objetos programables, creo que es buena idea que todos tengamos unos mínimos conocimientos que nos permitan entender el lenguaje que los gobierna. De hecho, estoy ahora mismo colaborando con FIDE en una iniciativa que arrancará en otoño y que permitirá a los abogados desenvolverse con soltura en este nuevo mundo de algoritmos, cookies, APIs, evidencias electrónicas, etc.
En cualquier caso, si alguien quiere animarse e intentarlo por su cuenta, hay páginas web muy interesantes como codeacademy.com o programando.la! que ofrecen cursos online gratuitos, además de las clásicas code.org o scratch, que están más enfocadas a niños.
Publicado originariamente en julio de 2016 en Replicante Legal