7 tendencias que se van a consolidar en el sector jurídico en esta década.

¿Cómo se prestarán los servicios legales a principios de 2030? Saber cómo va a ser el futuro es imposible pero sí creo que podemos apuntar algunas tendencias que van a aparecer o se van a consolidar en los próximos años.

1.- Pensamiento de diseño

Términos y condiciones de servicios que no se entienden, notificaciones de órganos administrativos llenos de tecnicismos, informes de abogados o sentencias judiciales largas y farragosas… Podríamos citar muchos otros ejemplos en los que el derecho está desconectado de las personas a las que se dirige. En muchos de esos casos, el destinatario no entiende el contenido ni las implicaciones de esos documentos. Ismael Simón, excompañero de la asesoría jurídica de Telefónica, lo explica muy bien en esta entrevista: los juristas también creamos productos y experiencias legales que otras personas utilizan. Si no las diseñamos bien, corremos el riesgo de que la mayoría de interacciones legales que afrontan las personas en su día a día sean insatisfactorias, ya que no han sido concebidas teniendo en cuenta al usuario.

Una de las maneras de resolver este problema es utilizar el pensamiento de diseño y poner al usuario en el centro desde el primer momento. En un artículo posterior analizaremos los orígenes del legal design en la Universidad de Stanford, su metodología de cinco pasos y veremos ejemplos concretos de aplicación en el sector legal.

2.- Pool vs plantilla

No hay ningún despacho con oficina en todos los países en los que tenga algún cliente o asunto. Simplemente no es eficiente desde el punto de vista económico. Lo lógico es tener oficina propia en las ciudades y países en los que está justificado por el volumen de negocio y contar con firmas colaboradoras en los otros territorios relevantes en los que tus clientes puedan necesitar ayuda legal puntual.

De la misma forma, estoy convencido de que el esquema actual de los despachos grandes de tener una plantilla fija para atender todos los asuntos, es un factor muy limitador porque dificulta atender correctamente los flujos de trabajo y te obliga a usar esos recursos aunque no sean los más cualificados. Esta es una de las grandes ventajas que ofrecen los ALSP (Alternative Legal Service Providers, proveedores alternativos de servicios legales): cuentan con una red de profesionales cualificados a los que recurren cuando tienen un encargo. Creo que a las firmas más grandes no les va a quedar más remedio que copiar esa característica de sus nuevos competidores y evolucionar hacia una estructura con menos personal fijo en plantilla y un pool amplio de colaboradores con la que trabajar cuando los asuntos lo requieran. La excepción a lo anterior serían las materias o prácticas más distintivas y rentables del despacho.

3.- Actitud, divino tesoro.

Hasta ahora la guerra es por el talento. Los despachos punteros se pelean por fichar a los mejores expedientes universitarios con un excelente nivel de inglés. En breve veremos como la actitud pasa a ser el atributo más demandado. ¿A qué me refiero? A personas proactivas, curiosas, autodidactas, inconformistas, capaces de desaprender, de arriesgarse, de relacionarse con perfiles no jurídicos; a abogados a los que les brillen los ojos con lo que hacen, que estén cómodos en entornos de gran incertidumbre, que tengan mentalidad digital y que estén obsesionadas con aportar valor. Estas cualidades son difíciles de adquirir con cursos y formación. Se tienen o no se tienen y son las que marcarán la diferencia, muy por encima del expediente académico.

4.- Virtualización

La pandemia ha demostrado que el teletrabajo es una opción factible y que la presencialidad de las reuniones se puede sustituir en muchos casos por videollamadas de Zoom o Teams. El proceso de virtualización es imparable. Cada vez será menos necesario contactar tu abogado para temas menores como pueden ser consultar los documentos y el estado del expediente y conocer los siguientes pasos en un proceso judicial; acceder a acuerdos de confidencialidad y modelos de contratos y adaptarlos al caso concreto; obtener respuesta a determinadas cuestiones legales que se plantean con frecuencia, etc. Algunos departamentos legales ya tienen implementados chatbots, zonas de acceso restringido u otras herramientas para permitir que sus clientes puedan acceder a esa información o documentación sin necesidad de interacción con un letrado. Lo inteligente sería aprovechar ese tiempo que se gana para conocer mejor a nuestros clientes y sus negocios.

5.- Datos, datos, datos.

Bancos, empresas de telecomunicaciones, clubes deportivos y grandes empresas de todo tipo, se están transformando en data driven companies y aprovechando el inmenso potencial del big data para mejorar su competitividad. Por el contrario, es asombroso el escaso uso que se hace en el mundo legal de los datos, con la excepción de las métricas financieras y las relativas al rendimiento de los abogados. Cualquier despacho o asesoría mediana o grande, genera diariamente un volumen de datos de todo tipo al que se podría sacar mucho partido. Confío en que el acceso al mercado de las nuevas promociones de graduados que están terminando el doble grado en derecho y business analytics cambiará la situación. El despacho que se ponga a trabajar en este tema ahora, sacará varios cuerpos de ventaja al resto en el corto plazo.

6.- Espacios de experimentación

Existen algunos ejemplos en el mundo anglosajón, como Fuse de Allen&Overy y algún proyecto en España (Legalitas Lab o el Legaltech Innovation Farm del IE) pero no es algo extendido, a pesar de que, en mi opinión, tiene  todo el sentido promover esos hubs o espacios físicos de experimentación en los que los abogados y socios de las firmas se junten con clientes o colaboradores para experimentar cosas nuevas en un entorno que favorezca la creatividad y el pensamiento disruptivo.

7.- Pagos en criptoactivos

Estamos viviendo un boom del mundo cripto. Blockchain está pasando del hype inicial a proyectos tangibles y que aportan valor, las criptomonedas están experimentando aumentos exponenciales en su cotización y la regulación, hasta ahora ausente, va a ser una realidad a corto plazo.

Cada vez más empresas aceptan el pago de sus productos en bitcoin o equivalentes. Hasta la fecha, pocos despachos aceptan que el pago de sus servicios se lleve a cabo en tokens o criptomonedas. Estoy convencido de que la situación cambiará en breve y que esta forma de pago tendrá mucha mayor presencia a finales de la década. Unos lo impulsarán por marketing, otros por experimentar y algunos incluso por la potencial revalorización de estos activos pero se consolidará.

Hasta aquí la bola de cristal. El 1 (mejor, el 2) de enero de 2030 rescataré este artículo para ver el nivel de implementación de las tendencias mencionadas y comprobar si me puedo ganar la vida haciendo predicciones.

PD: en 2030 no vamos a ver robots abogados.