Innovación legal más allá de la tecnología

Hace unos días participé en un webinar hablando de innovación. El evento lo organizaba Abogados contra la crisis, una interesante iniciativa impulsada por Joaquín Casanovas y Ricardo Oliva. Con las notas de la intervención, he preparado este breve artículo.

Es frecuente referirse a la tecnología cuando hablamos de innovación. Son dos conceptos que suelen estar relacionados pero que conviene no confundir. Se puede ser muy innovador sin utilizar recurrir a la tecnología y a la inversa. 

Innovar va mucho más allá de poner una fachada digital a nuestra actividad o de llenar la oficina de tabletas o portátiles nuevos. Tiene más que ver con cambiar la mentalidad. Es un tema cultural y de actitud. Implica entender que este entorno ultra cambiante es la nueva normalidad y que es probable que nos tengamos que enfrentar, cada vez con mayor frecuencia, a cisnes negros como el coronavirus. La flexibilidad y la capacidad de resolver problemas complejos van a ser cualidades esenciales para desenvolvernos en el corto plazo.

Antes de empezar a innovar, tenemos que tener en cuenta el punto de partida del despacho o de la asesoría: cómo hemos hecho las cosas hasta el momento, cómo es el equipo (edad, diversidad, nivel de comunicación interna, etc.), cómo son nuestros clientes, qué tipo de asuntos llevamos y cuál es el nivel de digitalización en el que nos encontramos.

Una vez que hayamos hecho ese análisis, deberíamos elaborar un plan y dotar al proyecto de un presupuesto ad hoc. Sin presupuesto, el plan es poco creíble. En inglés tiene una frase que lo refleja muy bien: “put/have skin in the game”. El plan tiene que tener hitos temporales concretos y medibles. También deberíamos prestar atención a un aspecto que muchas veces olvidamos y es el de los incentivos. Si pretendemos cambiar el comportamiento de las personas del equipo, necesitamos premiar esa nueva actitud. No conviene perder de vista que innovar es difícil porque implica cambiar nuestras rutinas y transitar por caminos poco explorados. Por supuesto, es conditio sine qua non que los socios o directivos estén plenamente implicados con los cambios que se quieren llevar a cabo.

En caso de duda, recomiendo mirar lo que están haciendo otros y me refiero no solo a nuestros competidores en el mercado legal. Podemos aprender también mucho de innovación analizando lo que está ocurriendo en otros sectores y en diferentes países. Otro método infalible es preguntar recurrentemente a nuestros clientes. Todo el esfuerzo que hagamos en escucharles y en conocer su negocio y sus inquietudes, será recompensado.

Cuando el plan esté definido, tenemos que ponernos en marcha y buscar quick wins, es decir iniciativas concretas que nos puedan dar un resultado positivo a corto plazo. Si ponemos el foco de salida muy lejos, tardaremos demasiado en ver los frutos y es probable que aparezcan dudas en el equipo. En cualquier caso, es fundamental aceptar fallos o resultados distintos a los esperados, como parte del aprendizaje.

Uno de los campos en los que creo que los abogados podemos evolucionar más es en la comunicación con clientes actuales y potenciales. Un ejemplo que nos puede ilustrar sería esta videoguía legal con los aspectos jurídicos más relevantes de YouTube. En lugar de hacer una nota larga y minuciosa (y probablemente difícil de digerir para los no abogados) sobre la multitud de cuestiones legales que plantea una plataforma como Youtube, los autores de la videoguía se enfocaron en el cliente potencial (los youtubers) y el resultado es totalmente diferente, en el fondo y en la forma, al de un informe tradicional.

Prácticamente todos los despachos grandes y medianos cuentan con página web y con una o varias cuentas en redes sociales. Sin embargo, en muchos casos los contenidos no están actualizados y no aprovechan la información que les ofrece su sitio web, ni rentabilizan adecuadamente esa presencia digital. Es todavía pequeño el número de abogados que participa activamente en Twitter o en LinkedIn, que publica vídeos en YouTube o que difunde podcast sobre cuestiones jurídicas. Este tipo de actuaciones ayudan a algo muy relevante en cualquier sector y también en el legal: generar marca personal. Dice el aforismo que “o eres diferente o eres barato”. Bajar los precios de nuestro servicio debería ser el último recurso. Tiene mucho más sentido poner el foco y potenciar los atributos que nos diferencian de nuestros competidores.

Otra opción es innovar en los servicios, ofreciendo soluciones que pueden ir más allá de lo estrictamente legal, por ejemplo, en el campo de la ciberseguridad, apoyándonos o colaborando cuando necesitemos, en expertos técnicos.

Por último y sin ánimo de ser exhaustivos, podemos evolucionar e innovar en nuestros procesos internos. ¿Hacemos las cosas de la manera más eficiente o confundimos cantidad con calidad? ¿Podemos automatizar algunas de las tareas rutinarias? ¿Compartimos adecuadamente el conocimiento que generan los abogados de la firma? Metodologías como el Legal Project Management nos puede ayudar mucho a optimizar nuestra forma de trabajo.

El video completo del webinar, que moderó Ricardo Oliva y en la que participó también Laura Fauqueur, Alfredo Sánchez-Rubio y el propio Joaquín Casanovas, está disponible en este enlace.

Publicado originariamente el 2 de mayo de 2020 en https://www.linkedin.com/pulse/innovaci%C3%B3n-legal-m%C3%A1s-all%C3%A1-de-la-tecnolog%C3%ADa-s%C3%A1nchez-del-campo-redonet/