Cómo fomentar una cultura innovadora
Antes de hablar sobre cómo implementar una cultura de innovación en un despacho o departamento legal, quería empezar por destacar algo que a veces pasamos por alto: para que florezca la innovación y despliegue todos sus efectos, tienen que darse unas determinadas condiciones de contexto. En una organización jerárquica, burocrática, con mucho control, poca tolerancia al error y escasa diversidad, es casi imposible que exista el caldo de cultivo necesario para que se produzcan cambios significativos.
En consecuencia, con carácter previo a lanzarnos a diseñar e implementar nuevas medidas, mi recomendación sería hacer una autoevaluación previa sobre cómo estamos en nuestra empresa o despacho y poner foco, antes de nada, en eliminar o minimizar los obstáculos existentes.
A partir de ahí, tenemos que tener claro que el cambio tiene que arrancar desde arriba: el socio director, el secretario general, el comité de dirección, etc. tienen que apostar decididamente por ello. Y no me refiero a decirlo, que es la parte más fácil, sino realmente a creérselo y a predicar con el ejemplo, para que no haya la contradicción entre el mensaje y la realidad.
En segundo lugar, tenemos que ser capaces de transformar la idea en un plan, con una estrategia definida y unos hitos concretos y medibles. El plan tiene que llamar a la acción individual. Mucha gente piensa que la innovación es de otro y, excepto que reciban un mensaje claro de su jefe directo, pocas personas se dan por enteradas de que tienen que hacer las cosas de forma diferente. Debemos de conseguir que cale el mensaje de que “innovación eres tú”.
Otro aspecto relevante son los recursos. Queda muy bien decir que vamos a duplicar la cuota de mercado, estar presentes en más países o ser más innovadores, pero sin dedicarle recursos adhoc es mucho más difícil. Como dicen en inglés, hay que poner “skin in the game”.
Estas dos últimas ideas parecen obvias, pero el reciente estudio de innovación en el sector jurídico que acaba de publicar la editorial Lefebvre ofrece algunos datos preocupantes:
- El 80% de los abogados encuestados están convencidos de que hay que cambiar, pero solo un 40% de ellos están haciendo algo al respecto.
- El 78.5% de los despachos no tiene ni plan ni estrategia relativa a la innovación.
- El 75% no cuenta con una partida presupuestaria específica.
Dichos datos corresponden a España, pero son bastante consistentes con lo que ocurre en Francia, Bélgica y Luxemburgo. Es decir, tres de cada cuatro despachos no tienen ni plan ni presupuesto para innovar y existe una brecha enorme entre estar concienciado y entender que hay que cambiar y estar efectivamente haciendo algo. Recomiendo la lectura del informe mencionado porque explica las razones y aporta soluciones concretas para corregir este desequilibrio.
Por otro lado, la dirección tiene que ser capaz de comunicar bien qué se quiere conseguir y por qué se ha elegido ese camino. A veces pensamos que con enviar un email o con publicarlo en la intranet es suficiente y que todos los empleados se han enterado. Nada más lejos de la realidad. Comunicar de una manera efectiva implica estar seguro de que las personas lo han leído o escuchado y lo han entendido y requiere también hacer que ese mensaje baje en cascada a todos los integrantes del despacho o asesoría, así como recoger los comentarios que puedan tener al respecto.
Un asunto que no siempre tenemos en cuenta es el de los incentivos. Cuando pedimos a los abogados que aporten sugerencias es posible que se planteen ¿qué gano yo en esta guerra, si esto es un tema de los jefes? o ¿por qué voy a dar mis ideas o voy a empezar a hacer cosas distintas? No nos engañemos, innovar es difícil y no todo el mundo está preparado para actuar de forma diferente y ahí es donde entran en juego los incentivos, que pueden ser económicos pero también no dinerarios: reconocimiento, flexibilidad para liderar o poder dedicar tiempo a ese proyecto que propones, etc.
Una vez que hemos decidido que vamos a evolucionar hacia una cultura más innovadora, ¿es mejor hacerlo poco a poco o de forma drástica? Considero que es mucho más fácil y lógico hacerlo paso a paso. Cambiar sin cambiar, como me decía el otro día Carolina Pina. Pretender que en pocos meses vamos a ser capaces de provocar una revolución y darle la vuelta a la forma en que se ha trabajado durante años es poco realista.
Última idea: fijaos que no he hablado de tecnología en todo el artículo porque creo que innovación no tiene nada que ver con tecnología. Se puede ser muy creativo sin tecnología y a la inversa, puedo aplicar muchísima tecnología y ser totalmente tradicional y analógico. Innovar tiene mucho más que ver con transformar la mentalidad. Si consigues cambiar el chip y pensar en digital y después aplicar las herramientas adecuadas, entonces el resultado se multiplica, pero si no hemos hecho la transformación antes, puede ser incluso contraproducente.
Publicado originariamente el 17 de diciembre de 2018 en https://www.abogacia.es/publicaciones/blogs/blog-de-innovacion-legal/como-fomentar-una-cultura-innovadora/